Anarquismo creativo

Los artistas pueden practicar la insumisión sin ser sancionados ni tener que recluirse en una cabaña como hizo Henry David Thoreau. Gozan de un estado de excepción para filtrarse subrepticiamente en las grietas de la legalidad. Como decía el autor de La desobediencia civil, es lícito actuar de acuerdo con la propia naturaleza y con sentido práctico: “los métodos que el Estado facilita para remediar el mal […] exigen demasiado tiempo y la vida de un hombre es limitada”.

Jaula de oroNuria Güell es una artista guerrillera que con singular ingenio desmantela e incluso obstaculiza las estrategias especuladoras del sistema financiero y político. Su proyecto más reciente, Intervención (2012), vino motivado por los escandalosos desahucios que están sufriendo los ciudadanos españoles. De nuevo “agujerea la realidad”, como ella dice, para emular el proceder de los bancos y del gobierno a fin de poner en jaque la absoluta inmunidad con que ejercen su poder coercitivo.

Otro artista que ha aprovechado con espíritu beligerante la inmunidad diplomática que le otorga su profesión es Joaquín Segura. Estrellar una botella contra la cabeza de un transeúnte o tratar de quitarle sus Doc Martens pueden no ser simples actos vandálicos. Joaquín agitó el gallinero artístico con videos de este calibre, en los que ponía a prueba la ética institucional al aceptar mostrar la violencia como arte al tiempo que ironizaba sobre la fragilidad de los símbolos identitarios. De espíritu anarquista, pone en jaque con cáusticos souvenirs tanto a ídolos del arte (Cuauhtémoc Medina como Buda de la Suerte) como a la estética del terror fundamentalista sublimada por los media (un separatista vasco encapuchado bailando en una caja de música). El suyo es un nihilismo activo: al leer entre líneas la historia reciente, hurga en el porqué del fracaso de toda empresa humana. Esa poética del colapso se expone con madura sutileza en su última muestra individual, A brief history of breakdown.

Avelino Sala, en cambio, es un idealista. Cree en la fuerza colectiva y lo expresa con metáforas de atrincheramiento (BlockHouse) y resistencia poética (véase el proyecto de “des-oxidación” con Coca-Cola). Esta cámara de vigilancia es de mármol de Carrara. En cada una de sus proyectos, Avelino urde un complejo entramado en el que la historia local, la memoria colectiva y los conflictos del presente nos atrapan en un tiempo cíclico. En Carrara, las connotaciones artísticas, políticas e imperialistas del mármol se tiñen de sangre a través de la historia del movimiento anarquista local enlazada con las recientes represiones de revueltas urbanas. Los antidisturbios en acción devienen insignias extemporáneas del despotismo.