Intérpretes críticos de una realidad cercana, Japón

«La ciudad entera es como una tira de cómic», decía la voz en off de Chris Marker en Sans Soleil refiriéndose a Tokio. Esta película trasciende el documento de viaje para conducirnos por recovecos caóticos de la memoria, quizás el único modo de enfrentarnos con franqueza a un país superlativo en todos sus aspectos: violencia, ficción, religión, sexo, capitalismo…

El artista Kimura Tetsuo refleja en sus pinturas esa hipertrofia urbana y mediática en un horror vacui humano, endilgándonos viñetas donde políticos, paparazzi, lolitas japonesas y suicidas arrojándose al tráfico se alinean como soldados uniformados, haciendo colisionar la coección normativa con la angustia desbocada.

Recordemos aquella escena de Sans Soleil en la que un hombre golpea con ímpePublic phonetu cabezas humanas de plástico tan pronto asoman por un agujero. Los muñecos están dispuestos de modo que representan la rígida jerarquía laboral de toda empresa japonesa. Así desahogan los empleados nipones su furia contra un capitalismo voraz. Quizás Kai Takeda se inspiró en este juego al idear un saco de boxeo en forma de cabina de teléfonos. Kai justificó esta obra como un modo de desviar las continuas agresiones las continuas agresiones que sufrían los teléfonos públicos que no devolvían las monedas. Esta intervención la hizo en Barcelona; la impotencia es un sentimiento universal del ciudadano de a pie.

Los proyectos de Takeda son muy diversos, tanto en temática como en medio de expresión. Trata por igual asuntos intimistas y problemáticas sociales. Trabaja con técnicas tradicionales y con procedimientos industriales, a veces combinando ambos. Aquí vemos la escultura de una joven que inclina su torso para recoger las heces de su perro, según nos dice el título (Woman with dog shit). A simple vista parece una escena banal que congela un gesto cotidiano. Pero pronto nos fijamos en que las bolitas no han caído de forma casual. Se alinean formando una “T” sobre un óvalo. Es el logo de la empresa Tepco, responsable de la catástrofe nuclear de Fukushima. La escultura entonces parece congelar el instante justo antes del accidente, como si las bolas fueran una mina a punto de ser activada por los pies descalzos de un paseante. Porque es justamente esa falsa ilusión de seguridad inculcada por la multinacional a la población japonesa lo que Kai Takeda quiere resaltar.

Kai realiza esta serie escultórica mediante una técnica muy elaborada: cose finísimos retales de papel japonés con hilo de color, un trabajo de auténtica filigrana nipona. Después reviste las piezas de resina para cohesionar los materiales.

Stefan Rinck en la Galería Alegría

11223969_902859959782063_4452216875103531642_oCuando observamos esculturas ancestrales esperamos que nos hablen, pero lo cierto es que ni siquiera nos ven, «nos ignoran». La «botánica de la muerte» cultivada por Occidente convirtió esos «rastros mutilados» de civilizaciones antiguas en piezas exánimes de museo o en «arte de florero». Son palabras rescatadas de la bella argumentación de Chris Marker en Les statues meurent aussi, que nos retrotrae a tiempos en que esos «muñecos severos» que nosotros llamamos ídolos «garantizaban el acuerdo entre el hombre y el mundo».

Las piezas de Stefan Rinck testimonian la ruptura de ese pacto entre la vida y la muerte. Toman conciencia del silencio de la piedra, de la profanación de su enigma a lo largo de los siglos, de su supeditación a idolatrías y demagogias maniqueas.11988338_893162964109379_3065619908215396909_n

Como acto de humildad, aunque provisto de fina ironía, constata por ejemplo la imposibilidad de interrogar a una máscara africana: su subconsciente la mezcla con la visión de un agente de seguridad de la RDA y de un hipster del barrio berlinés de Neukölln (Observer).

Utiliza piedra arenisca, la misma que se usaba en capiteles y gárgolas medievales para reasignar caracteres diabólicos al rico bestiario grecorromano y bizantino. Devuelve a esos monstruos taimados (simios, dragones…) su ambivalencia sígnica.

11947701_902778136456912_330870086530125229_oJuega con el equívoco al depositar en un mismo icono diferentes estratos interpretativos: los sombreros puntiagudos remiten al capirote de la Inquisición pero también al tocado de las hadas; las gorgueras otorgan a los personajes un rango de nobleza pero otros atributos acusan su estatus quimérico (antifaces, gorros bufonescos…) Fábula e historia se tornan inextricables.

Sus esculturas sincréticas resultan de echar redes sobre la historia de las formas y los significados, llegando a entrelazar las pirámides mayas con la columna infinita de Brancusi. Ambas poéticas de la ascensión, basadas en la creencia de que trascendemos más allá de la muerte, son burladas por Pinochos y otros farsantes cuyos bustos coronan esas geometrías perfectas.

Más información :

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Stefen Rinck , The Eternal Comedy of Creatures

http://www.galeriaalegria.es/exposiciones.php

Sacris: la individualidad como ilusión

FIGURAatrapadaENsiMISMA1_86x61Seres incompletos y cautivos de sí mismos, los personajes que presiden las pinturas y dibujos de Sacris parecen piezas defectuosas de un tablero de juego, condenadas a quedarse en la cuadrícula que les ha sido asignada. Su propia tara les impide seguir las reglas prescritas pero también les imposibilita abandonar su lugar. Inmovilidad psíquica expresada en su desmembramiento físico, en la inutilidad de sus contorsiones en espacios acordonados por sus propias mentes condicionadas.

El ademán humillado de Eva en el momento de la expulsión bíblica se repite en una serie de figuras con los rostros borroneados u ocultos tras largas cabelleras. El anonimato otorga fuerza alegórica a esta figura que expresa un lastre expiatorio cuya estela, parece decirnos Sacris, sigue coleando.olimpiaDesnuda_122x165

La mujer asume en su obra un papel preponderante mediante la puesta en escena de un calendario vital donde las fechas para desposarse y procrear siguen fijadas de antemano en el inconsciente femenino. Cincuentonas esperando el príncipe azul, veinteañeras acogiendo en su regazo engendros llorosos cuál muñecos de trapo, matrimonios jóvenes cuyos rostros delatan un orgullo alelado por el estatus recién adquirido… un desfile de tipos conformistas que sin embargo denotan dislocaciones flagrantes.

Resuenan las palabras de Huxley en su revisión de Un Mundo Feliz: «estos millones de personas anormalmente normales, que viven sin quejarse en una sociedad a la que, si fueran seres humanos cabales, no deberían estar adaptados, todavía acarician la ilusión de la individualidad, pero de hecho, han quedado en gran medida desindividualizados».

Como contraparte a estas escenificaciones de la farsa cotidiana, en otros trabajos las descendientes de Eva y los vástagos de Adán dejan al desnudo su vulnerabilidad, muestran sus estigmas, exhiben el hueco que se abre entre el rugir de sus entrañas y el parapeto moral.

MUJERyKENTIA_132x114Sacris trastoca las encarnaciones clásicas del ideal de belleza y raciocinio: la Venus del Espejo renuncia a entregarse pasivamente a la mirada del otro para buscar el autoerotismo en soledad; la Olimpia de Manet degenera en amasijo acéfalo, y el Pensador de Rodin se repliega en sí mismo como un Discóbolo dislocado.

El aspecto inacabado de muchas obras dejan al descubierto un proceso de trabajo colmado de forcejeos, arrepentimientos, retrocesos… a modo de tachones, omisiones y mutilaciones; un avanzar a tientas intuitivo pero que deliberadamente oculta ciertas zonas e interpone mirillas para dirigir nuestra mirada, para que espiemos a través de ellas el montaje de lo que llaman realidad.

Anna Adell

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Desmontando mitos

Toda cultura precisa de héroes y mitos para creer en sí misma. Para los antiguos griegos prácticamente no existía distinción entre la historia y la mitología: la segunda les servía para entender el curso de los acontecimientos. Los romanos, de temperamento escéptico y racional, tildaban de supersticiosa esa asimilación entre ambas disciplinas. La fisura entre la leyenda y la realidad fue prevaleciendo a lo largo de la historia de la civilización occidental, sobre todo a medida que el laicismo fue imponiéndose. Pero esta separación no es del todo lícita: la historia, reciente y lejana, siempre ha sido y será fabulada.

María Ruido, con cada uno de sus proyectos, en los que interviene foto, video documental y footage, va arrancando algunas ruedecillas del engranaje que mantiene la ficción consensuada que llamamos historia, desactivando así los imaginarios impuestos por el poder, sustituyéndolos por imaginarios de los propios sujetos, que restauren el control sobre el cuerpo individual como fuerza política. Esta artista practica la arqueología social en lugares tapiados por la memoria histórica, lugares donde las vidas privadas se desposeyeron de lo particular para pasar a engrosar estadísticas y eventos memorables. Extrae vestigios de esos otros pasados que sólo pueden ser contados desde lo personal y desde lo que fue censurado:

«Lo que no puede ser visto debe ser mostrado»

En sus últimos proyectos, Ariadna Parreu radiografía con ojo clínico arquetipos locales convertidos en quintaesencia del catalanismo. Al transcribir un discurso de Pep Guardiola a soneto shakesperiano, al mostrar cómo entidades bancarias se identifican con los valores que Guardiola encarna (“seny”, ambición, rendimiento, superación…), al reducir los protocolos y emblemas (trofeos del Barça, por ej.) a pictogramas, figuras geométricas y fórmulas matemáticas, Ariadna certifica el absurdo de todo este modus operandi que erige ídolos modelados a su imagen, la imagen de la vacuidad.

Triunfo y orden

En consonancia con sus historias visuales autobiográficas (que reseCaja Madrid, Barcelonañamos en otro artículo), donde mitifica personas de su entorno, donde conviven realidad y ficción, memoria colectiva y personal, Antoni Hervas también realiza proyectos en los que ironiza sobre los procesos de mitificación que empañan la vida social. ¿Qué tienen en común los jugadores blaugrana y los caballeros medievales en busca del Santo Grial?, ¿cómo vincular los relatos épicos de la ciudad de Barcelona con la historia de su propia familia? Incógnitas de Hervas resuelve con humor y espíritu edonista.

Vidas ficcionadas, ficciones reales

El vértigo de vivir inmersos en el simulacro, que artistas y filósofos de las últimas décadas han transmitido en sus obras, está siendo encauzado hacia terrenos menos traumáticos. La creciente indistinción entre realidad y ficción que sentimos puede hacernos dudar de la autenticidad de nuestras vivencias, pero también puede intensificarlas y enriquecerlas de modo creativo.

Es lo que nos sugiere el trabajo de artistas como Sergi Botella y Antoni Hervas, que favorecen la plurivocidad en las narrativas sobre la propia biografía. Uno de los primeros proyectos de Sergi Botella consistía en una entrevista a su madre en la que ella debía contestar preguntas sobre aspectos negativos de su hijo. Al editar el video Sergi tergiversó el sentido de las respuestas. Esta doble vertiente, autobiográfica y falseadora, sigue dominando en su obra. Toma como referentes programas de telerrealidad mezclados con sus propias experiencias: una mesa redonda sobre Sergi con su psicoanalista, familiares y el comisario de la muestra como participantes; la escenificación dramatizada de su vida; fotografías tomadas en el festival de música de los Monegros con las que justificaba no poder entregar la obra a la galería por encontrarse disfrutando del mismo…

Las historietas de Antoni Hervas son puro diario gráfico. Si en el cómic underground de los sesenta, introducir temas turbios como las drogas, la familia disfuncional y el porno supuso un revulsivo para un género que hasta entonces había estado destinado al público infantil, en el siglo XXI  lo que puede resulta rompedor es, por ejemplo, dedicar todo un fanzine a las relaciones entrañables entre el dibujante y su abuela.  Es lo que hizo Hervas: con la abuela convertida en icono pop y cómplice de las obsesiones de su nieto, las viñetas muestran una perfecta osmosis creativa entre ambos. Pero no hay nada naïff en los relatos de Hervas. Lo siniestro a menudo resquebraja la fachada familiar, como en los cómics de sus admirados Charles Burns y Robert Crumb. Pero aun así, el hedonismo y el espíritu lúdico predominan en estas incursiones en la privacidad.

Nico Nubiola, imaginería devocional renovada

Escultor y escenógrafo, Nico Nubiola domina con virtuosismo la madera. Su catálogo de caníbales, onanistas, putas, moteros y orientales desamparadas renuevan la imaginería de las tallas medievales y barrocas pero conservan ese pathos conmovedor que ha expresado a lo largo de los siglos la vulnerabilidad humana.

Cuando alude sesgadamente a personajes bíblicos los despoja de toda aura sacra. Así, la historia mítica de Onán es evocada  representando a un hombre hecho un ovillo dentro de una lata metálica. En el acto de la masturbación adquiere la apariencia de un uróboros humano, enroscado en un ciclo eterno de deseos insatisfechos. Por su parte, San Valentín pierde todo halo romántico en su transcripción laica.

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Las figuras yacientes, en escorzo, en posición fetal o tullidas tienden a encerrarse en sí mismo, como si hubieran perdido la capacidad de relacionarse con el otro y con el mundo.

Jonathan Brown, artista polivalente

Es difícil no evocar la figura de Joseph Cornell al pasear entre los cajones reciclados de Jonathan Brown, cobijando antiguallas con las que crea sugerentes asociaciones. Como hiciera Cornell, encuentra en los rastros su materia prima para componer narrativas que activan la nostalgia. El mismo principio aplica a sus collages de recortes de cuentos ilustrados y sus films realizados con material en Super8, pero en Jonathan prevalece una mirada analítica y socarrona, en ocasiones perversa, pues sus fuentes van desde Henry Darger hasta iconos mediáticos de los setenta, que subvierte con humor.

Jonathan Brown también es músico. “Dusty Stray” es su grupo. Aquí os dejamos un videoclip de Arturo Bastón para el tema “Henry’s Room”, homenaje al artista outsider Henry Darger. Imagen, texto y música en subyugante armonía.

Anarquismo creativo

Los artistas pueden practicar la insumisión sin ser sancionados ni tener que recluirse en una cabaña como hizo Henry David Thoreau. Gozan de un estado de excepción para filtrarse subrepticiamente en las grietas de la legalidad. Como decía el autor de La desobediencia civil, es lícito actuar de acuerdo con la propia naturaleza y con sentido práctico: “los métodos que el Estado facilita para remediar el mal […] exigen demasiado tiempo y la vida de un hombre es limitada”.

Jaula de oroNuria Güell es una artista guerrillera que con singular ingenio desmantela e incluso obstaculiza las estrategias especuladoras del sistema financiero y político. Su proyecto más reciente, Intervención (2012), vino motivado por los escandalosos desahucios que están sufriendo los ciudadanos españoles. De nuevo “agujerea la realidad”, como ella dice, para emular el proceder de los bancos y del gobierno a fin de poner en jaque la absoluta inmunidad con que ejercen su poder coercitivo.

Otro artista que ha aprovechado con espíritu beligerante la inmunidad diplomática que le otorga su profesión es Joaquín Segura. Estrellar una botella contra la cabeza de un transeúnte o tratar de quitarle sus Doc Martens pueden no ser simples actos vandálicos. Joaquín agitó el gallinero artístico con videos de este calibre, en los que ponía a prueba la ética institucional al aceptar mostrar la violencia como arte al tiempo que ironizaba sobre la fragilidad de los símbolos identitarios. De espíritu anarquista, pone en jaque con cáusticos souvenirs tanto a ídolos del arte (Cuauhtémoc Medina como Buda de la Suerte) como a la estética del terror fundamentalista sublimada por los media (un separatista vasco encapuchado bailando en una caja de música). El suyo es un nihilismo activo: al leer entre líneas la historia reciente, hurga en el porqué del fracaso de toda empresa humana. Esa poética del colapso se expone con madura sutileza en su última muestra individual, A brief history of breakdown.

Avelino Sala, en cambio, es un idealista. Cree en la fuerza colectiva y lo expresa con metáforas de atrincheramiento (BlockHouse) y resistencia poética (véase el proyecto de “des-oxidación” con Coca-Cola). Esta cámara de vigilancia es de mármol de Carrara. En cada una de sus proyectos, Avelino urde un complejo entramado en el que la historia local, la memoria colectiva y los conflictos del presente nos atrapan en un tiempo cíclico. En Carrara, las connotaciones artísticas, políticas e imperialistas del mármol se tiñen de sangre a través de la historia del movimiento anarquista local enlazada con las recientes represiones de revueltas urbanas. Los antidisturbios en acción devienen insignias extemporáneas del despotismo.

Hacia un público individualizado

El intercambio de misivas entre artista, comisario y público potencial empieza a ser usual en las exposiciones de arte. Ese carteo forma parte de un work in progress, como en el caso del último proyecto de Mireia c. Saladrigues, «Benvinguts. Tenim la mateixa hora», que se inaugura mañana en la galería dels Àngels de Barcelona. Mireia entiende que la audiencia como masa indivisa y anónima, y la obra como objeto acabado son nociones caducas. Urge al visitante de la exposición a que analice sus propios parámetros y expectativas ante la recepción de una pieza que sólo tomará cuerpo para él cuando se supedite a este auto-examen. El marco artístico participa del mismo engranaje que controla audiencias y produce significados en todos los ámbitos. Si en esa pequeña parcela dejamos de ser peones, quizás en otras facetas también dejemos de claudicar ante los roles prefijados.

Alex Reynolds adopta una estrategia similar al idear performances personalizados, piezas sonoras para dos oyentes, tramas que se hilvanan en tiempo real y en las que el espectador deja de serlo cuando acepta las reglas de juego: irrumpir en la intimidad de una invidente, aceptar que un alter ego lleve una vida paralela a la nuestra…Pero así como a Mireia le interesa desmitificar roles sociales y cuestionar la autoridad, Alex explora las paradojas de nuestro comportamiento en situaciones comprometidas: cuando violamos el espacio privado del otro suele producirse cierto extrañamiento, pero continuamente algo nos impele a hacerlo. En sus proyectos, caracteres ficticios toman cuerpo real a la par que nuestra cotidianidad se torna irreal. La identidad se construye a través de la mirada del otro.

Virginia García del Pino, documentando lo inenarrable

Virginia García Del Pino encontró el modo de sacar provecho de la metralla de imágenes melodramáticas que vomitan los media, y de la cultura del zapping que cuartea nuestra capacidad de razonar. En algunos de sus films, al introducir un desajuste entre imagen y palabra elude lecturas literales, subvierte los efectos catatónicos de la cultura visual introduciendo una poética sutilmente crítica con el status quo.

En otras ocasiones ahonda en situaciones vitales logrando derrocar las barreras que las personas suelen erigir ante una cámara. Logra que hablen con naturalidad sobre sí mismas, incluso cuando se trata de exteriorizar su estado emocional ante la proximidad de la muerte. En Espacio simétrico, dos personas van a hacer un viaje sin retorno:

Espacio simétrico